viernes, 18 de enero de 2013



TOQUES DE TEMPESTAD
I
Con las primeras sombras de noche,
sin luna,
comenzaron los toques de tempestad.
II
Según el badajo,
la forma de cómo fue colgado,
la pureza del cobre,
la altitud del campanario,
la aptitud del campanero,
la velocidad del viento,
lo frondoso de la selva,
en algún sitio callada;
las montañas que cercan,
la colina que agranda,
el río que se interpone,
la elección de una esquina,
lo undoso y profundo del mar,
aledaño;
la madera con su soporte,
las láminas en la techumbre,
la redondez de las ventanas,
los ruidos de cada pueblo,
se hacen los toques de tempestad.
III
Cada toque es el mundo,
humedecido y llameante,
que llega sin haber llegado,
nunca;
los toques allí son timbres,
vibraciones uncidas a las patas de una escarpada fraga,
contra el monte maniatada.
Inventándose a sí mismos,
son bueyes,
hasta los cascos tapizados de estrellas son bueyes;
ojos de buey son en los cuales,
todo lo que pasa queda,
todo lo que queda es visaje,
indeleble sobre espinoso cierre,
de tagua (1) salvaje;
ojos cabalgando en lengua mojada,
lengua de fractal que besa,
mata,
toda cosa y renace,
en punta de lengua encarnada,
renace.
En lo próximo de un nuevo toque sopla,
tormenta,
nieve,
granizo,
sopla primero,
último,
intermedio,
discontinuo sobre un candil incierto sopla,
incierto en altar sombrío,
en el cual,
temblequeante arde amarilla yema,
cuando el tiempo es eléison,
es suplicante queja en kirie,
(señor ten piedad,
adonay,
kyrios,
dómine,
rabbi,
cristo ten piedad de nosotros).
Toque abriéndose paso,
diminuto,
reducido a menos algo,
fractal en ventana orlada,
de tonsura y oval orlada,
laberíntico en pelo dorado,
toque ya fuera,
ya dentro,
que el oído de bebito inaugura,
recién nacido.
IV
Cada toque es una línea,
una línea en inconcluso juego de letras,
donde la vida,
de la muñeca inhábil se sirve,
de alguno,
e inventa signos,
señales irreconocibles,
en la ríspida “manito”,
abierta,
de aquel bebito,
recién nacido,
que llora,
grita.

(1)marfil vegetal

jueves, 10 de enero de 2013



XAVIER DUARTE ARTIGAS nació el 16 de enero de 1934 en Baixada da Serra, límite entre los municipios de Rivera (Uruguay) y Santana do Livramento (Brasil).
En su temprana adolescencia emigra junto a su familia a la ciudad de Montevideo, en la cual reside actualmente.
Cursó diferentes estudios en Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Escuela Universitaria de Bibliotecología, Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad del Salvador de Buenos Aires (Argentina) y Organización Iberoamericana de Seguridad Social.
Concursos literarios:
Club Banco de Previsión Social: 1er. premio, narrativa, 1988.
Cooperativa Magisterial: mención especial en poesía, 1990.

Periódico Periscopio de Montevideo: mención al mejor poema, diciembre 2005.

Concurso internacional de poesía-Australia-Sidney (2009-2010)-2do.premio.

Concurso convocado por Grupo Mixtura (2010)-mención especial.

Concurso internacional de poesía-Australia (2011)-1er. premio
Publicaciones:
Cartas de España, en Revista del Club Banco de Previsión Social, marzo de 1991.
Poesías seleccionadas en el libro Letras Uruguayas II. Proyecto Cultural Sur, 2003.
Cuando huye el día, Ed. Nordan-Comunidad, 2003.

“Ser joven lleva demasiado tiempo”, Ed. Nordan-Comunidad, 2003.

El armonioso flequillo de la telaraña-Tradinco2007.

Preferencias literarias-A la búsqueda del tiempo perdido-Marcel Proust-Francia; Parábolas-José Enrique Rodó-Uruguay; Bomarzo-Manuel Mujica Lainez-Argentina; En el álbum de la Señorita E.T-Delmira Agustini-Uruguay.


martes, 8 de enero de 2013

SUEÑOS GÓTICOS
I
Abandono la habitación,
cruzo aspereza en el umbral,
mis pies son todo charco en la vereda,
boceada  por la caballada del suburbio.
Piso el duro marfil de los ticholos,
redondos color ladrillo de la calzada.
Dejo atrás a una jardinera y su caballo,
malacara,
agobiado entre las varas que,
como si fueran dedos de un preámbulo ligado a la muerte,
en mi corazón se meten.
Ya estoy en la hondonada,
el caserío es un instrumento,
exótico instrumento,
en el hueco de esta media hora con recorrido hacia los molles.
Introduzco las manos en la blancura de los chalchales que me inundan.
Aquí es todo reino,
cielo encapotado,
que paciente me espera en la rural esquina,
de un adehesado cementerio de campaña.
Cuanto dolor,
cuanto fantasma relampagueante en la tormenta,
seca y sin gotas,
que salvaje sopla,
sobre la arenosa esfinge enhiesta en mis ojos.
II
No importa que no estés,
yo dejo tus rutinas en las mías,
las incluyo como si fueran tuyas;
ya sé,
son mías.
En ti elijo objetos,
en fila los pongo,
son los soldaditos por ti + preferidos.
He aquí tus huesos:
con mi carne los recubro y si ya no tuviera carne,
habrá árbol generoso que me preste su sombra y con ella,
sin que para él haya daño,
algo de su copa,
de sus hojas membranosas,
de sus raíces que visitan,
para mí en ti palacios,
palacios encantados;
esos que imaginabas con puerta levadiza,
estanque y allá arriba,
volando,
algo torpes,
como pompas de jabón,
en el cielo,
las almenas con las cuales solías tú soñar,
en busca de escondites,
en las noches de invierno soñar;
y después,
temprano en la mañana,
a tu manera me contabas esos sueños.
Ellos forman el caleidoscopio que en cada día,
en cada noche reconstruías.
Para ti,
construías para mí.